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PELIGROSAS VACACIONES


FULGEN. LAM



Dedicado, a todos los lectores, los que me acaban de conocer, y a los que siguen mis publicaciones desde hace tiempo, a todo/as muchas gracias.
Espero que les enganche, la lectura de esta novela, hasta el final.
FULGEN. LAM


Capítulo 1

Miguel, como los últimos cinco años, había alquilado una casa rural, en ella, pasarán las vacaciones de verano, solos después de un año de intenso trabajo. En esta ocasión, la casa de vacaciones estaba en un pequeño pueblo de Asturias, llamado Alfilorios, muy cerca del embalse del mismo nombre, una zona privilegiada, la única pega, era que tendrían que recorrer los 388 kilómetros que la separan de Madrid, que, entre paradas para estirar las piernas, la familia al completo, tardaran unas 4 horas y media en llegar a su destino.
Miguel, ya con las maletas en el maletero del coche, espera a que bajen de la vivienda, su esposa Cristina, aunque todos la llaman Cris y sus dos hijos, Pablo de 10 años y la niña Celia, que, para acortar, en familia, la llaman Celi. A sus 16 años, no está muy conforme por tener que acompañar a su familia, a disfrutar de las bien merecidas vacaciones, ella habría preferido, haberse quedado esos días con sus abuelos, para no perder el contacto con sus amigas y amigos, pero su madre, la hizo entrar en razón, explicándola, que seguiría en contacto con sus amistades cómo a diario, a través de su teléfono, utilizando su aplicación de mensajería instantánea, como siempre.
Miguel, espera al lado de su vehículo la llegada de su familia. Por fin aparecen. Cris, trae cogido de la mano a Pablo, y unos pasos por detrás, Celi, como siempre, viene chateando, sin levantar sus ojos de la pantalla del teléfono, y con los auriculares colocados en sus orejas. En esta época, es lo habitual, todos los jóvenes y no tan jóvenes, van por la calle, que parecen zombis, con la mirada fija en la pantalla y los dedos pulgares, escribiendo a un ritmo infernal, que nunca conseguirán alcanzar con un bolígrafo escribiendo sobre papel. Miguel los observa, mientras se acercan a su posición y no le queda más remedio que llamar la atención a Celi.
— ¡Celi! Deja un momento el teléfono, vas a cruzar la calle.
Pero Celi, aunque le escucho, no levanto su mirada del teléfono, siguió los pasos de su madre y su hermano, cruzando tras ellos, sin mirar en ningún momento a izquierda o derecha por si se aproximaba algún coche.
— ¡Hola cariño! Ya estamos aquí.
Le saludó Cris, y Miguel la respondió
— ¿No has visto a Celi? ¡Ha cruzado sin mirar! El día menos pensado, tendremos una desgracia
—Ya lo sé, sin embargo yo ya he desistido, si te fijas, van todos igual.
Le respondió la esposa.
—Sí, llevas razón, no obstante los demás no me preocupan tanto como nuestra hija.
—Bueno, cariño, tengamos un viaje tranquilo, aún nos quedan muchas horas por delante.
Los cuatro, se montaron en el vehículo y pusieron rumbo a la autovía que los llevaría hasta el Principado de Asturias, una zona de España especial, por su vegetación, su clima y sobre todo, por su tranquilidad y cielos despejados durante la noche, cuando esto ocurre, se divisan un sinfín de estrellas en el firmamento, parece no coger ni una más en la bóveda celeste. Cosa que, en Madrid, es imposible de igualar, debido a la luz ambiental y la contaminación.
El viaje transcurre tranquilo, hacía una hora y media que salieron de Madrid, Pablo, ya estaba cansado, dejó a un lado el tebeo que leía, y le preguntó a su padre.
—Papá, ¿Queda mucho para llegar? Tengo que hacer pis.
—Sí, aún quedan tres horas, ya te avisé de que hicieses pis antes de salir de casa.
Le respondió el padre.
—Sí, ya lo sé, pero es que previamente de salir de casa, no tenía ganas.
—Bueno, un ratito más y pararemos a desayunar y estirar las piernas un poco.
Miguel continuó conduciendo sin darle mucha importancia a la petición de Pablo, ya estaba acostumbrado a las prisas de su hijo por hacer pis, por lo que, en esta ocasión, no pensaba parar hasta llevar como mínimo dos horas de viaje.
Cris, que viajaba con los ojos cerrados, para relajarse los abre y hace una observación a su marido.
Miguel, mira, ahí hay un área de descanso, para y estiramos las piernas, además, necesito un café, estoy durmiéndome miserablemente.
—Está bien Cris, pararemos un rato.
Pablo, con gran alegría, le pidió a su padre.
—Papá, ¿Me puedo tomar una Coca-Cola entera?
—No, una para tu hermana y para ti, que luego nunca os bebéis una entera.
—Jo, Papá, yo quiero una para mí.
—Bueno, ya veremos, de momento, no cuentes con ella.
Le informó su padre.
Entraron en el recinto del restaurante y se vieron obligados a cruzar el parquin entero, todos los aparcamientos próximos a la entrada al local, estaban ocupados, y al fondo, camiones aparcados. Cris le comentó a Miguel.
—Mira, este sitio, debe de ser bueno, dicen que cuando paran los camioneros, es porque se come bien.
Miguel la respondió, sin tan siquiera girar su cabeza.
—Sí, eso manifiestan, la pena es que solo sean las 10:30 horas, no es hora de comer, pero sí de tomarnos algún pincho de algo y continuar nuestro camino.
—Mira, mira, allí se va uno, aparca, no hay otro sitio libre.
—Sí, Cris, ya le observo, sin embargo no me gusta mucho, el sitio está muy alejado y no veremos el coche desde el interior del local.
Celi, contestó rápidamente, al último comentario de su padre.
—Papá, si quieres me traéis algo para mí, y yo espero en el coche.
—No, Celi, esto está muy solitario para que te quedes aquí sola.
—No pasa nada, Papá, yo sé defenderme, además, estamos dentro de este recinto,

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